INTERPRETACIÓN SIMULTÁNEA REMOTA Y PRESENCIAL: AMIGAS BIEN AVENIDAS
Quisiera compartir mis reflexiones con intérpretes colegas pero también con clientes amigos que, a buen seguro, coincidirán conmigo en muchas de ellas. Probablemente estas reflexiones estén condicionadas por mi edad y procedencia pero creo, que incluso las jóvenes generaciones de profesionales en algún momento de sus vidas también llegarán a compartirlas.
Antes de que irrumpiera el virus en nuestras vidas, se nos llamaba intérpretes de simultánea, conferencia o de cabina, porque traducíamos en una cabina. Después del virus ya no siempre trabajaremos en una cabina, y será así por una razón fundamental: cumplir las medidas sanitarias recomendadas de distanciamiento social. Se nos ofrecen 3 opciones: hacerlo desde casa, desde las instalaciones del cliente o desde un estudio de trabajo (hub) con consolas virtuales y analógicas combinadas donde estemos dentro de una oficina con mesas separadas pero donde los dos intérpretes puedan verse y trabajar como “antes”.
En cualquiera de las tres opciones, nos sigue faltando algo muy importante y es la cercanía con el cliente, respirar el mismo aire que el cliente es vital para entender bien la comunicación. Sabemos que no todo es comunicación verbal, sino que hay un alto porcentaje de comunicación no verbal, que llega hasta el 93% cuando se comunican sentimientos o actitudes, por ejemplo. Los intérpretes de simultánea viajamos y socializamos con el cliente y el compañero durante 1, 2 ó 4 días intensos donde se ejecuta mejor la profesión porque nos animamos unos a otros en momentos de cansancio o desconcentración y porque el cliente nos transmite su impronta de marca durante esas jornadas.
La interpretación remota no sustituirá a la presencial para grandes eventos, conferencias, congresos anuales de empresas multinacionales, aunque sí puede que lo haga para pequeñas reuniones de trabajo, ruedas de prensa, entrevistas puntuales en radio y televisión, consejos de administración, etc. donde la duración de las mismas no supere la hora y media. En este sentido, sí que hemos de verlo como una oportunidad para llegar a más gente a un coste mucho más bajo, pues tal vez, antes algunas empresas no se planteaban utilizar intérpretes en sus comunicaciones internacionales y hoy sí lo hagan.
Elegí ser intérprete porque me gusta comunicarme con el mundo, viajar y conocer otras culturas y para ello hemos de estar en el sitio donde vive y trabaja nuestro cliente. Hemos de empaparnos de su forma de hablar, su estilo de comunicar, ver las caras del Director General, del jefe de Recursos Humanos y del Director Financiero, pero también del resto de empleados que asisten a escuchar a los anteriores, sólo así podremos “interpretar” bien. Observad que hablamos de “interpretación” y no “traducción” porque justamente eso es lo que hacemos, decir en otro idioma lo que se dice en un idioma, pero no de manera literal sino siguiendo los gestos, el movimiento, el tono, el timbre, etc. del orador.
Es probable que las nuevas generaciones de intérpretes de simultánea se sientan más cómodos con este tipo de comunicación porque así han crecido, pegados a un ordenador portátil y a un móvil y no les guste o no sepan muy bien cómo actuar en las distancias cortas pero los que nacimos en generaciones anteriores sabemos que los grandes acuerdos se cierran y se seguirán cerrando frente a frente porque somos humanos y el contacto cercano aúna diferencias y evita malentendidos; además de suponer una mayor carga cognitiva para el intérprete y un mayor cansancio para todos los participantes en una conferencia virtual.
En estos dos meses de confinamiento nos hemos comunicado por esta vía y a quien preguntes te dirá lo mismo: “eso nos agota física y psíquicamente”. Mi conclusión es aprender de lo bueno que nos aportan los avances tecnológicos adaptándolos a nuestras necesidades y tomando las bondades que nos aporta cada modalidad, así que el presente y el futuro de nuestra profesión se ciñe a convivir con la interpretación simultánea presencial y remota.